02 de marzo a las 16:04 El lunes por la mañana se nos murió PILI. No hay mucha razón ni explicación que me demuestre que así tenia que ser. Tan solo dos días antes comiendo regular y ya esta.
Apareció dormida para siempre en su cuna, sin ningún signo al que agarrarnos, sin vomitos, sin sangre, sin gesto de dolor.
La historia de PILI es una de las mas bonitas de la casa. Cuando llego con una fractura de columna completa no podíamos ni acercarnos a ella. Nos mordía con el bozal y el collar isabelino puesto. Nunca había visto tanto pánico en un animal. Nos costo muchísimo tiempo poder tocarla y ese tiempo lo perdimos para poder rehabilitar sus patas. Mi hijo Manuel fue el que mas paciencia tuvo.
Pero lo que le devolvimos fue la confianza, la tranquilidad y la seguridad. Poco a poco con caricias se dejo achuchar, y eso hicimos durante todo el resto de los días que ha pasado con nosotros. Todos los días la hemos espachurrado porque era una victoria para mi. Ella pegaba la cabeza a mi pecho como segura de que nunca la pasaria nada.
PILI era feliz, corría ladrando por el jardin a su manera. Cuando alguien venia siempre le llamaba la atención como se movilizaba, y entonces, yo les contaba que era una heroina. Y la achuchaba otra vez llena de orgullo, por supuesto.
A PILI la llamaba para ponerle el pañal y venia y se ponía de culo para que se lo colocase por detrás. Tenia que comer la primera porque cuando repartia los comederos, ladraba estridentemente.
Ahora la echaremos de menos con un dolor inmenso. Solo se respira tristeza en la casa.
PILI nos dio mucho, muchísimo.
Tenemos un agujero en el pecho porque esta vez si que no tocaba.
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