Cuando abrí la puerta de los paraplejis no ladro, no se movió, no me pidió que la cogiese a ella la primera como hacia siempre.
Con su carita entre las patas, dormida, no me reclamara nunca mas.
Ya hace meses que su riñón nos aviso. Con pienso renal, medicación, comida casera de la tita Macu…
Pero cada vez pesaba menos.
Seguía dando saltos en la silla. Seguía siendo protagonista de todo.
Si alguno habéis venido a por una silla la reconoceréis, porque era la que siempre salia para demostrar que correr así estaba chupado. Dando animo y ejemplo al perro que venia a por ella.
Si entraba un animal nuevo a la casa, allí LINDA, la primera, dandole empujoncitos, como diciendo, tu tranqui que esto esta muy bien.
Buena, increíblemente buena. Positiva, y alegre. Fácil de verdad. Con ella nos comíamos el mundo. Era como demostrar que ser un perro parapléjico es una minucia, que con un par de rutinas y mucho amor, todo es posible. Ella era el ejemplo, ella era el empuje, era la armonía. Era el espíritu de bichosraros.
Sabemos que esto pasa, y que tienen una vida mas corta, y a la vez mas intensa. Nos lo decimos cuando pasa, para intentar poder respirar hondo y tragar.
Pero con ella no esta siendo así. Esta bola no pasa. Me hacen falta sus ladridos, sus brincos y sus carreras, me hace falta que vuelva.
Me haría falta que no se hubiera ido…
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